domingo, 9 de junio de 2013

Marcelo Bielsa. El fin de un ciclo.

Hablar de Marcelo Bielsa (Rosario, 21-7-1955) es como darle al botón del centrifugado. El propio técnico se retrató cuando se le preguntó por su Newell's. "Eso es fanatismo". El fútbol como estado de ánimo. Una promesa de emociones. En la despedida de San Mamés se pudo comprobar que ha dejado ese poso que anunció Urrutia. En pocas ocasiones habrán cundido tanto 23 meses. Vertiginosos. Asfixia en la atmósfera. Para el museo rojiblanco deja la obra de arte que creó con los leones frente al Manchester United en Old Trafford, que más que nunca fue 'El teatro de los sueños'.



La literatura alrededor de Bielsa es extensa, prolija. Construida con cientos de frases ya célebres. Alejada de la indiferencia. Su historia con el Athletic nació a ritmo de tango, 'contigo en la distancia', con aquella videoconferencia en la que expresaba sus deseos, con Urrutia todavía en el papel de candidato, de abrazar la religión rojiblanca. "Sueño con estimular la resonancia especialísima de San Mamés", adelantaba. Una aparición en la que mezcló el corazón con una demostración de conocimiento extenso de la plantilla.

 

La tecla del sentimiento


Aquel fue el principio. Cautivó su acierto. La tecla del sentimiento. Y escribió prácticamente el final antes de terminar la presente Liga. En la comparecencia previa al choque de Zaragoza, en el que la escuadra bilbaína certificó la permanencia. Quizás intuía su salida. No tenía noticias del club y señaló que solamente se iba a posicionar sobre su futuro en Bilbao si recibía una propuesta. "Cualquiera que se vaya del Athletic pierde, yo incluido", asumía ya aquel 17 de mayo.

Quizás resulte minimalista pero, al margen de aquella primera conversación transoceánica, sin ser aún el técnico, y de la charla privada en la caseta filtrada después tras perder la final de Copa, el 'planeta Bielsa' podría resumirse en cinco ruedas de prensa. Significativas, impregnadas con su esencia. Con su carácter ambicioso, exigente hasta el extremo y optimista. Con ese lado poético de situarse más junto al perdedor, cuando dijo que se sentía más cerca del equipo que ha luchado por la salvación que del que llegó hasta las dos finales y obtuvo ese reconocimiento. "No supe gestionar el éxito, sí la adversidad", sentenció en el que por ahora es su epílogo en el Athletic.

En su presentación en Lezama, el primer capítulo, esbozó sus líneas maestras. El fútbol que tiene en la cabeza. Ese que no cambia por otro. En su idea de juego y en su esquema del 4-3-3 es inflexible. "Lo que deseo que pase es protagonismo antes que especulación; campo rival antes que propio; más tiempo en posesión que intentando recuperarla; en la medida que se pueda, que participen todas las líneas en el desarrollo del juego...", proclamaba.

Esa teoría fue encontrando su traducción sobre el césped. Seccionaba de raíz la cortada de la filosofía. Sí era posible competir. Con un fútbol atractivo, de ataque, con combinaciones constantes, el acelerador siempre pisado a fondo, presión sin oxígeno... Con riesgo. Intercambio de golpes. Deslumbraron en Europa ante los diablos rojos, el Schalke 04 o el Sporting de Portugal. Liga aprobada y dos finales en las que no estuvieron a la altura. Bielsa se lo reprochó a los suyos tras caer con el Barça. Una charla privada que trascendió en la que les dijo que "habían decepcionado a un pueblo" y en la que les llamó "millonarios prematuros". Su discurso caló hondo de nuevo.

 

Fin del crédito tras el Lyon


De cualquier manera, se esperaba que el segundo curso continuase por ese camino brillante. Nada más lejos de la realidad. Segundo discurso de calado. Volcánica rueda de prensa -a la que invitó a Urrutia, que no aceptó- en la que criticó duramente las obras de Lezama. "Son un robo y una estafa", lanzó. Convulsión en julio. El club le desautorizó, indicó que no compartía la "opinión personal y subjetiva de un empleado". Crisis. Para más inri, se fueron amontonando los 'casos' de Llorente, Javi Martínez y Amorebieta.

El resultado, entre esos asuntos, lesiones y bajas formas, acudiendo al tópico, ha sido una temporada con más pena que gloria. Y una degradación de las relaciones entre el de Rosario y el presidente que presagiaban este final. "Motivos deportivos e institucionales", ha argumentado Urrutia para no renovarle. Apenas se ha conseguido levantar el vuelo en Liga y en la Copa y en la UEFA se han vivido eliminaciones prematuras. Tercer pildorazo público. Tras caer en noviembre ante el Lyon, lo que les dejaba fuera de Europa, admitió que "los silbidos llegan de manera merecida y tardía" y para él significaban que "hasta aquí llegó el crédito".

Al de Rosario se le notaba cuándo salía a prensa a pasar el trámite o cuándo lo hacía para transmitir un mensaje muy pensado. Como en diciembre antes de viajar a Mallorca. Vendió luz al final del túnel. La esperanza de acabar la Liga de una forma mejor. "Creo que esto va a terminar bien", apuntó, comentando que "soy optimista, creo que esto cambiará". Se ganó a los bermellones tras esa arenga.

 

Merecimientos y logros


El quinto punto de ese legado manuscrito que ha querido dejar lo dibujó un par de días antes de su último partido oficial contra el Levante. Aunque reconoció errores en la gestión, reivindicó su filosofía al completo. Opinó que "los merecimientos son superiores a los logros" y que las cosas, acababan bien, tal y como él había adelantado. "Alguno dirá que me falló el pronóstico, pero no. Para mí las cosas acabaron muy bien",valoró. ¿Por qué? "Logramos unirnos y expresar lo mejor de cada uno". "Serán más maduros, conscientes, estarán más desarrollados y crecidos. No supe gestionar el éxito, pero sí la adversidad. El equipo del éxito salió dañado, el de las dificultades, reforzado".

Urrutia le ha dedicado una tibia despedida. Una paradoja tratándose del de Rosario, que genera todo menos indiferencia. Alguien que se atrevió a reconocer que ganaba "cifras obscenas" en el Athletic. Que tuvo un 'momento Ferrari' parecido al de Heynckes cuando aseguró que podía ganar más dinero y tener más garantías de logros deportivos en otros sitios. Pero añadió que "puede emocionar más intentar ganar un título con este equipo que con otro más poderoso". ¡Bielsa karajo!